Un chico recorre las calles de camino a su escuela, meditando su futuro, escuchando en voz baja todas esas molestas voces que juzgan lo que debe hacer con su vida, lo que la mayoría suele hacer. No persigue un sueño en específico, no ha decidido universidad, ve las empresas como a una extensión de la escuela, la misma trampa, el mismo sistema. Su perspectiva es que la vida ya es de por sí problemática.. ¿Por qué complicarla más decidiendo ahora?
Moritaka Mashiro es ese chico. Su filosofía de vida parece apática, pero hay destellos distintos en sus acciones, detrás una razón aún más crucial. Mashiro pareciera estudiar por simple compromiso, ausente en clases, divagando, dibujando a ratos a una compañera, a Miho Azuki, una niña que no busca destacar, pero que cautiva con su belleza. Mashiro piensa que nunca llegará a nada con ella, ni siquiera a hablarle. Pronto cuestiona el verdadero interés de aquella palabra, del "amor" y regresa a repasar todos sus dilemas, luego a despedirse de sus amigos, dejar otro día de clases, ir a estudiar a su casa.
Parece otro dia común en su vida, pero en el camino Mashiro se percata que ha olvidado en su pupitre su cuaderno de matemáticas, el mismo dónde ha dibujado a su compañera. No le interesa tanto el examen, sino que ese cuaderno se quede allí, desprotegido, expuesto a que alguien lo tome, así que regresa por el y se topa con que uno de sus compañeros, el de mejor notas de toda la clase, lo ha visto y ha visto el dibujo de Miho. Esto parece problemático.
Akito Takagi ha reconocido el talento de Mashiro y desea que le ayude a crear un manga, a volverse un mangaka. Para ello lo chantajea, le dice que revelará todos los secretos dentro del cuaderno a la inspiración de los dibujos. Mashiro se niega, alegando que ser un mangaka y vivir de ello es cuestión de azar, su tio incluso murió siendo mangaka, olvidado, en la pobreza y atestado de deudas. Además, no pudo conquistar ni amor ni éxito.
Sin embargo, Takagi es insistente y lo lleva a casa de Miho, amenzando con declararle toda la verdad. Mashiro lo sigue más obligado que nada y ahí descubre que el sueño de Miho, la chica de sus sueños, es ser una Seiyuu. Al oir esto, Mashiro cambia de ideas, ayudará a Takagi a crear un manga, lo convertirán en un éxito, será un anime y la promesa es que Miho ponga la voz del personaje protagonista. Una promesa extendible, que además en el inconciente cobra fuerza. Mashiro le pide a Miho que si ambos consiguen realizar sus sueños, Seiyuu y Mangaka, se casarán. Miho accede a la promesa, pero con una condición. Hasta que no logren sus sueños, no se volverán a ver y sólo sabrán del uno y el otro mediante mensajes por celular.
Irónico, irreverente destino. Se cruzan tres caminos imprevistos, un mangaka con talento para escribir, otro para dibujar y una Seiyuu de voz hermosa. Hay una promesa y hay una maldición, pero también, por primera vez, las ganas de vivir, de soñar y de luchar por ver ese sueño realizado. Es la historia del arduo trabajo de un mangaka y de los constrates que implican no siempre conseguir el éxito o incluso llegarlo a conseguir.
