Un demonio gigantesco aparece en la ciudad derruida que oculta a Angélica. Mide casi tanto como la ciudad, la sombra que produce deja en la más completa oscuridad a todas las casas de esta zona y cada paso que da destruye varias viviendas. Es algo mousntroso, es el amo de Vlad. El amo de las bestias de Vlad ha venido en persona a destruir a los pandilleros porque ellos han jugado y destruido a demasiados demonios. Una paga que exige cobro inmediato, a cualquier costa.

La aparición del demonio asusta a todos. El líder de la pandilla de Vlad intenta escapar a toda velocidad, junto con el resto de sus esbirros. Pero Angélica sigue encerrada y Furuichi atorado entre los barrotes de su celda. Es un momento precario, aunque el héroe "galante" intenta disimular su inmobilidad involuntaria con una cara de héroe valiente que nadie se la quita.. bueno sí, Angélica lo golpea varias veces para conseguir safarlo, pero solo lo llena de heridas. Furuichi se pregunta, en su inmesa sabiduría, casi infinita, si la hija de Aliandelon no será realmente una "estúpida" por intentar métodos tan primitivos.

Así suceden los minutos sin ningún progreso, Angélica no da con la solución del problema y nadie consigue bajar a Furuichi de su atoradero. Pero el líder de los pandilleros se da cuenta del intento de rescate y envía a todos sus hombres para que atrapen a Oga y el resto. Beel se da cuenta de la situación, están rodeados, un demonio está a nada de aplastarlos y no hay escape alguno. Sus ojos se enfocan hasta la concentracción máxima, pierde el conocimiento y su cuerpo.. ¡Crece al tamaño del demonio que está destruyendo toda Vlad!

Beel crece en demasía y enfrenta sin temor alguno al líder de los demonios de Vlad. Oga acompaña a su hijo, sujeto en su cabeza, y le ordena atacar. Beel sujeta los brazos de su rival, mientras ambos retroceden y regresan a la ofensiva, destruyendo media ciudad en su camino. Una batalla de proporciones impresionantes ha dado inicio.