Asi pues, llega el día del encontronazo final. Takeru parte a las tierras prohibidas, al territorio protegido por los Akurios... después de algunos problemas, consige rescatar a Kotono, a Mai y a Azuka, más la recepción que recibe de Takeshi es muy diferente. En lugar de agradecerle la venida, Takeshi desenfunda su espada y empieza el encuentro desigual... desigual porque Takeru lo derrota en pocos minutos, venciéndolo de nueva cuenta, tirándole el orgullo más allá de los suelos. El heredero del alma de Susanou no es lo fuerte que se pregonaba, quizás Himiko ha elegido al muchacho equivocado...

      Aún así, Takeru y su comitiva de niñas se encuentra en aprietos, el ejército entero de los Akurios los ha cercado y parecen poner fin a las andanzas de Takeru, por donde se le vea no hay escape, serán victimados por la muchedumbre esta. Para su fortuna, las Shiseijyu se ponen prestas y consiguen sacarlos del lugar, enviándolos de nueva cuenta al mundo de los vivos, no sin antes entregarle a Sakuya la esfera que les servirá para regresar cuando sea conveniente.

     El grupo regresa al hogar que les viera crecer, al mismo que fuera testigo de todas sus vivencias, de cada error, de cada acierto, de cada aventura vivida... y también el mismo que deberá verlos partir una vez más, como antesala definitiva por la pelea que decidirá el destino de ambos mundos. Y es que ya que hay pequeños momentos de calma, Takeru se entera del verdadero propósito de la pelea. Hace mucho tiempo, Himiko creo el mundo de los vivos y el de Nenokuni, con la única intención de que la gente que los habitara fuera dedicada, noble, que respetara los valores más dignos, que luchara por causas justas, que jamás cediera ante el mal, ante la canallada...

     Y aunque aún existe gente así, la humanidad ya se encuentra lo bastante corrompida como para una limpieza, una purga que Himiko está decida a llevar acabo. Ahora si queda claro que bando es el que lucha por la justicia, y cual lucha en contra de ella. Asi pues, ya sabiendo lo que está en juego, Takeru, acompañado de todas las demás, regresa al mundo de Nenokuni.

      Himiko, por su parte, ha aprovechado este cómodo descanso, para aclarar algunos cuantos clavos sueltos, y darse cuenta del error cometido. El alma de Susanou no solo se encuentra habitando en lo más profundo del ser de Takeshi, sino también en el cuerpo de otro individuo... Susanou dividió su espírito en el cuerpo de Takeshi, y en el de... ¡Takeru!. Asi pues, si quiere recuperar a su amado, a su guía espiritual, deberá poseer a Takeru, la otra mitad del maltrecho molde. Cosa que bien pronto intenta, más no consigue, ya que Kotono se interpone a media batalla, y se sacrifica por el. Kotono fallece, por así decirlo y su alma abandona Nenokuni.