Es otra bella mañana en Japón, un despertar de miles y miles, faltan aún miles más con un poco de suerte. Pero este día es un poco distinto, Oga se ha levantado con la firme intención de entrenar a Beel, porque en el colmo de las cosas, el bebé ha perdido frente a una cigarra. El que algún día será el futuro destructor de la humanidad, por ahora necesita aprender MUCHO para no perder, al menos, frente a un insecto.

Oga toma a Beel y lo lleva a entrenar a una montaña, mientras no muy lejos, Aoi se viste de la forma más distintiva posible y lleva a su hermano de paseo. Está disfrutando sus últimos días de vacaciones mientras acompaña a su abuelo a lo largo del puerto Tekagemine, comiendo helado, disfrutando del aire más puro y fresco de todos, mientras ayuda a su abuelo en un templo de la localidad. Es un perfecto día de distracciones, pero Aoi no puede parar de pensar en Oga, en qué habrá sido de él, en cómo estará. No lo ha vuelto a ver desde que venció a Toujou y lo extraña, a su manera y con sus contradicciones. Incluso se cuestiona que palabras usará cuando lo vuelva a ver.. y mientras todas esas ideas y escenarios posibles inundan su mente, levanta la cabeza y observa a un árbol de larga antiguedad, quizás en su paz estén muchas respuestas.. o quizás ahí esté Oga..

..Momento, ahí está Oga, en lo alto de un árbol, con cara de demonio haciendo una travesura, disfrutándola además. Oga ha colgado a Beel en una rama con un montón de cigarras rodeándolo. Es el dichoso entrenamiento que supuestamente ayudará a Beel a convertirse en un hombre.. y claro, de extrañar a Oga discretamente a después verlo castigando a un bebé, hay suficiente pólvora acumulada para acabar con todo lo bonito, poético y entrañable que es extrañar a una persona. Oga además cae encima de Aoi (también Beel) y los nervios aprisionan a la chica hasta nublarle la vista y quitarle cualquier palabra de la boca.. Seguramente, ahora sí, Oga la reconocerá. Podría ser una reunión muy linda, o una cita inolvidable.. O que el chico que acelera su corazón, siga sin reconocerla.

Oga cree que ha caido encima de la chica del parque de la otra vez, no la reconoce como Aoi. Perfecto, Aoi no dirá nada para hacerlo reflexionar, así que se limita a caminar con él, disfrutar de un helado, platicar un rato, percatarse que Oga es muy amistoso con ella.. y que fuera de la escuela es un chico muy distinto. La niña se pone muy ansiosa, ella misma no entiende porqué la inquietud la inunda cuando está frente a Oga, porqué, después de todo, esto no puede ser una cita, ¿o sí?.

Razones, incertidumbre, respirar un aire compartido, todo eso por ahora no importa. Aoi está sentada junto a Oga y es un momento muy bonito.. hasta que su abuelo llega, delatándola como Aoi.. Aoi Kunie.. y basta, la niña se quita algunas letras de su nombre para evitar ser reconocida (asi de bobo es Oga en estos menesteres), pero el abuelo no está nada alegre al ver a su nieta con un sujeto que podría serle indigno, así que lo reta a una pelea y claro, Oga y peleas es algo tan contrario que es hasta sorprendente ver que Oga responde con un sí a la invitación. Sarcasmos aparte, el viejo sujeta a Oga y lo tira al suelo, derrotándolo en instantes. Después se ofrece a entrenarlo..