Kiriya interrumpe la celebración de Ishiyama, toma el protagonismo, y secuestra a todos los estudiantes y espectadores. Ya no es más importante el partido que ha finalizado y la rivalidad pendiente entre sus integrantes deberá esperar, porque los Teimou abundan en St. Ishiyama y Kiriya ha traido a los más peligrosos, todos están atentos, amenazantes. Su plan es audaz, puramente vengativo. Oga ha hecho lo posible, consciente o inconscientemente, para evitar ser expulsado de Ishiyama. Con ayuda, influencia y sin quizás saberlo, Oga ha evitado enfrentamientos en los que hubiese podido salir expulsado, pero ahora, todos le han visto golpear a Kiriya. Su suspensión es segura.

La venganza es el único reflejo. Kiriya quiere provocar a Oga, aprovechar la situación. Lo golpea, patea, trata de exprimir la poca cordura que queda en él. Su escaso, suponiendo que exista, autocontrol, se esfumará pronto. Aoi intenta ayudarlo, pero es detenida por Natsume. Es claro que todo el teatro y esfuerzo que implicó llegar al partido de hoy y ganarlo se irá al demonio si Oga no consigue controlarse. Caso complicado.

Kiriya toma un bate de beisbol e intenta provocar a Oga, de paso aprovechar su pasividad para disfrutar golpéandolo, pero quien pierde la sensatez es Miki. Una de sus técnicas es suficiente para enviar a Kiriya lejos de escena, pero la venganza involucra a tres partes. La cicatriz de Miki fue creada por Kiriya, así como la que porta Kiriya en su ojo derecho fue producto de Oga. Además, la intervención de Oga en aquella ocasión no fue tan circunstancial, evito que Kiriya pudiese hacerle daño a Miki. Ya fuese deseando evitarlo o no, Oga consiguió un cambio que dió seguridad a la vida de Miki.

Pero no hay tiempo para más pláticas huecas que no conduzcan a pelear. Los "shadow force" de Teimou aparecen a espaldas de Miki, lo patean, después lo retan. Miki acepta la invitación y se dirige a atacar a las sombras de Teimou, pero es herido por uno de ellos. Miki no funciona bien peleando contra varios sujetos a la vez, no aparentemente. Pero Oga los interrumpe. Su mirada diabólica regresa una vez más, poseido, lleno de deseos de golpear sin sentido, no mirar rostros, no mirar razones. Oga sujeta las cabezas de los dos tipos que amenazan a Miki y las arroja al suelo, muy a su estilo. Es momento de ver toda la energía demoniaca de Oga explotar, se ha reprimido en exceso.