El tiempo retrocede, indagando en el pasado, buscando respuestas que aclaren el futuro incierto que está a punto de explotar. En la dificultad de recordar, en ese camino compartido, nublado, nevado, yacen las declaraciones que apaciguarán o habrán de consumir un camino que nunca fue compartido. 

A todas prisas, sucede una regresión de 3 años, Oga, Furuichi y Miki caminan platicando sobre las vacaciones. Miki parte a Nara con su madre. La nieve amenaza con caer y los chicos se refugian en un edificio destruido. Aquí es claro que las intenciones de Miki son integrarse en esta amistad unidireccional de Oga.. y Furuichi. No asisten a las mismas clases, tampoco viven cerca, regresar de clases con ellos implica vueltas sin sentido, no queda de paso su casa con la de ninguno de ellos.. Pero, aún así, son unos meses divertidos, muy valiosos.

Los niños platican en el edificio abandonado, después parten a sus casas. Pero Miki ha olvidado algo y regresa por ello. Los demás lo esperan.. y en el refugio de hace un momento, también unos maleantes lo hacen. Su líder, Kiriya Reiji, toma el objeto que ha hecho a Miki apresurarse.. es un amulento de importancia aparente y el maleante se percata de su efecto, lo arroja al suelo y lo pisa. Después se concentra en su presa, listo para atacarla en el descuido. Éste Miki no sabe pelear, no podrá defenderse.. pero Oga llega en el momento más oportuno, más que por suerte o lazos afectuosos, por el olor que desprenden las batallas potenciales cercanas..

Estos sujetos han llamado a Oga como iman al metal más afin. Pero Miki no planea cruzarse de brazos, quiere recuperar su amuleto y se arroja para atacar a Reiji.. Con una bofetada retrocede, rasguñado en el cachete izquierdo, una herida que permanecerá en su rostro para siempre. Las uñas de Reiji son tan largas que cortarían la piel de quien sea y han rebanado la de Miki, que ni así se da por vencido, intenta recuperar a como sea su amuleto, aun exponiéndose sin el menor cuidado a un segundo ataque fatal.. Oga interviene justo a tiempo, sujeta la mano del uñas largas y las frota en su propia cara, a la fuerza. Reiji se ha herido su propia frente. Y lo hace con la suficiente intensidad como para que Oga disfrute el festín, el dolor de su contrincante. Es una victoria aplastante.

Al día siguiente, Miki justifica su apego al amuleto de la discordia. Sus padres están divorciados y es su madre quien tiene su custodia. Pero su padre le ha regalado ese amuleto y ahora que debe mudarse lejos, con su madre, es su último recuerdo de él. El amuleto tiene aún más significado, ya que su recuperación ha conseguido la atención de Oga. Al pelear hasta el último por recobrarlo, Miki se ha ganado los elogios de éste.. Pero al día siguiente esos elogios se vuelven absurdos. Oga debe pelear con una banda vengativa, que ha ido a buscarlo para aclarar cuentas de lo hecho a Reiji y la pelea, aunque ganada, cuesta energías a Oga. Miki observa a un levemente herido Oga e intenta disculparse por todos los problemas que le ha causado, los nuevos enemigos que le ha atraido.. pero Oga ni siquiera recuerda el nombre de Miki.. "¿Y tú quién diablos eres?".

Miki cree que esas son palabras de modestia, de encubrimiento. Oga lo está protegiendo, es un acto de bondad y amistad. Pero a la batalla siguiente, Reiji regresa con un montón de Yakuzas, tal vez 50, y todos van en búsqueda de Oga. Miki se da cuenta que ha metido a su amigo en un abismo de problemas, unos muy serios. Intenta ayudarlo a pelear.. pero Oga, a su estilo, le da un puñetazo y lo aleja de la pelea. Después con una patada lo hace rodar hasta dejarlo inconsciente, no sin antes aclararle que esas confianzas no le llegan y le molestan, y que a todo esto, ni siquiera lo conoce... "¿Quién demonios eres?"

Este sería el último recuerdo de Miki, antes de abandonar la escuela que compartía con Oga y Furuichi, a quienes esperaba convertir en amigos. El respeto que sentía por Oga, los deseos de apoyarlo.. Todo se transformaría en un puño encerrado en venganza.