Las promesas parecen ser un principio, un propósito, una razón. Cambian con el tiempo, se alteran y cobran importancia. Unas se vuelven recuerdos, después se desvanecen, murmuran en silencio, mueren en el. No pudieron trascender, no fueron perseguidas.. ¿Quién recordaría algo que no era importante? El tiempo consume a unas, pero otras se vuelven fuertes y crecen, se aferran a su origen, se niegan a adaptarse, se convierten en una necedad a vista de otros, pero no a la de su portador. Y ese anfitrión toma en sus manos la más importante, la encierra y se cierra a cumplirla, olvidando que por sí mismas las promesas no son un fin. Su visión se nubla y lo importante y lo condicionado mezclan lugares. Ya la promesa es quien le ha atrapado en sus manos.

Un chico despierta todos los días recordando la promesa que le hiciera a una niña, la promesa de nunca llorar. Y así han pasado los años, mirando a esa niña crecer y convertirse en una hermosa mujer. No han dejado de verse, pero no han podido pasar de la amistad. Ésto le desespera, pero lo disimula y pierde el tiempo en esfuerzos inútiles, intentos incompletos por demostrarle sus sentimientos. Le tranquiliza saber que las cosas que parecen seguras lo son realmente, no hay fuerza que pueda con el destino del amor, pero.. ¿Y si dicho destino tuviese tiempo límite de espera?

Un día, esa niña, princesa a sus ojos, le pide el uniforme escolar de su hermana. Estudian en distintas escuelas, pero se hará pasar por estudiante del mismo instituto para platicar con un chico que parece interesarle. Sus ojos delatan un sentimiento muy bien guardado, la promesa ahora ha perdido todo sentido. La niña ahora está interesada en otro sujeto. Los nervios consumen al portador de viejos juramentos, ahora debe pelear con otro por la mujer que ama, si es que vencerlo implica la reciprocidad de amor que antes daba por cierta.. ¿Conseguirá recobrar el amor de su princesa?

One Shot compuesto por 5 historias distintas.

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